HABIENDONOS PREPARADO CON ORACION, AYUNO Y PENITENCIA:CELEBRAMOS LA NAVIDAD, una fiesta de reflexión, al lado de nuestro Dios.
“Celebramos el nacimiento del Hijo de Dios con nosotros ( el Enmmanuel).Jesús haz que hoy nazca en ti. Padre nos amas tanto que nos envías a tu Hijo, para que nosotros lleguemos a ser como él. En actitud humilde y orante celebremos esta Nochebuena con sentimientos de humildad y fraternidad”. (Calendario Litúrgico 2008)
Nuestra Santa Madre Iglesia nos recuerda la necesidad de vivir en actitud humilde y orante la Nochebuena. Durante el tiempo de adviento, nos muestra a Juan El Bautista como centro de las meditaciones, nos muestra su vida, una vida llena de mortificaciones, ayuno y penitencia; para decirnos que estas características son las que la Iglesia imprime en sus hijos.
Pero al llegar el 24 de diciembre, la fiesta nos invade, el HIJO DE DIOS ha nacido en la plenitud de los tiempos en Belén de Nazareth. EL Antiguo Testamento sufre en su historia y en sus bases un cambio radical, un dramático cambio llenos de hechos históricos que serian fundamentales las nuevas bases, y cede su paso al NUEVO TESTAMENTO. Los cristianos nacimos enraizados en las costumbres judías. Judía la Sagrada Familia tenia al Mismo Dios como centro de sus vidas y su Historia. Judíos practicantes eran María y José. Ellos sufrirían en silencio todos estos cambios por el bien de la Humanidad.
Nunca la vida de los que estuvieron al lado de nuestro Señor Jesucristo fue fácil. En todos sus santos y fieles seguidores vencedores en esta batalla de la que nos habla el Apocalipsis, hay un factor predominante y común: el sacrificio, el sufrimiento, no como carga sino como aceptada forma abnegada de vivir. Conceden su libertad.
Libre San Juan Bautista fue fiel a su labor hasta la muerte, la que pudo haber abandonado, libre Santa María dijo “Hágase según tu palabra”, libre nuestro querido San José obedecía la palabra de Dios dada por el Ángel...”Levántate José…,” Obediencia de Juan, María y José a los planes de Dios, pero también obediencia de Jesús a sus padres a quienes estaba sujeto. La nuestra ha de ser una actitud de obediencia a la voz de la Iglesia.
Nuestra vida tal vez no sea como la de ellos, nuestros padres en la fe, y la de nuestros hijos tampoco, pero hay que volver a retomar la piedad con espíritu cristiano en medio de la comodidad que el mundo ofrece. Es urgente el retorno al silencio, al ayuno, a la mortificación de los sentidos, a la reflexión. Por eso nuestra Iglesia nos pida, al ver al NIÑO JESUS nacido en Belén (que significa Casa de Pan) acostado en un pesebre (comedero) teniendo rastrojos de heno como colchón, en un establo de animales, al Pan bajado del Cielo, al Dios Rey del Universo nacido tan pobre y tan despojado de todo bien, para que tú y yo, salgamos de toda comodidad, de toda impureza, de tanta vanidad, de lo superfluo, de nuestras debilidades, de nuestras limitaciones; y proclamando el nacimiento del niño Dios, proclamemos también el deseo ardiente de una lucha nueva, en la misma vida que llevamos. Por amor a Dios y por amor a los que nos rodean.
Dios que pide el sacrificio, ha llevado y lleva el sacrificio mayor. Sacrificio, sufrimiento desde su nacimiento aquí en la tierra.
“Celebramos el nacimiento del Hijo de Dios con nosotros ( el Enmmanuel).Jesús haz que hoy nazca en ti. Padre nos amas tanto que nos envías a tu Hijo, para que nosotros lleguemos a ser como él. En actitud humilde y orante celebremos esta Nochebuena con sentimientos de humildad y fraternidad”. (Calendario Litúrgico 2008)
Nuestra Santa Madre Iglesia nos recuerda la necesidad de vivir en actitud humilde y orante la Nochebuena. Durante el tiempo de adviento, nos muestra a Juan El Bautista como centro de las meditaciones, nos muestra su vida, una vida llena de mortificaciones, ayuno y penitencia; para decirnos que estas características son las que la Iglesia imprime en sus hijos.
Pero al llegar el 24 de diciembre, la fiesta nos invade, el HIJO DE DIOS ha nacido en la plenitud de los tiempos en Belén de Nazareth. EL Antiguo Testamento sufre en su historia y en sus bases un cambio radical, un dramático cambio llenos de hechos históricos que serian fundamentales las nuevas bases, y cede su paso al NUEVO TESTAMENTO. Los cristianos nacimos enraizados en las costumbres judías. Judía la Sagrada Familia tenia al Mismo Dios como centro de sus vidas y su Historia. Judíos practicantes eran María y José. Ellos sufrirían en silencio todos estos cambios por el bien de la Humanidad.
Nunca la vida de los que estuvieron al lado de nuestro Señor Jesucristo fue fácil. En todos sus santos y fieles seguidores vencedores en esta batalla de la que nos habla el Apocalipsis, hay un factor predominante y común: el sacrificio, el sufrimiento, no como carga sino como aceptada forma abnegada de vivir. Conceden su libertad.
Libre San Juan Bautista fue fiel a su labor hasta la muerte, la que pudo haber abandonado, libre Santa María dijo “Hágase según tu palabra”, libre nuestro querido San José obedecía la palabra de Dios dada por el Ángel...”Levántate José…,” Obediencia de Juan, María y José a los planes de Dios, pero también obediencia de Jesús a sus padres a quienes estaba sujeto. La nuestra ha de ser una actitud de obediencia a la voz de la Iglesia.
Nuestra vida tal vez no sea como la de ellos, nuestros padres en la fe, y la de nuestros hijos tampoco, pero hay que volver a retomar la piedad con espíritu cristiano en medio de la comodidad que el mundo ofrece. Es urgente el retorno al silencio, al ayuno, a la mortificación de los sentidos, a la reflexión. Por eso nuestra Iglesia nos pida, al ver al NIÑO JESUS nacido en Belén (que significa Casa de Pan) acostado en un pesebre (comedero) teniendo rastrojos de heno como colchón, en un establo de animales, al Pan bajado del Cielo, al Dios Rey del Universo nacido tan pobre y tan despojado de todo bien, para que tú y yo, salgamos de toda comodidad, de toda impureza, de tanta vanidad, de lo superfluo, de nuestras debilidades, de nuestras limitaciones; y proclamando el nacimiento del niño Dios, proclamemos también el deseo ardiente de una lucha nueva, en la misma vida que llevamos. Por amor a Dios y por amor a los que nos rodean.
Dios que pide el sacrificio, ha llevado y lleva el sacrificio mayor. Sacrificio, sufrimiento desde su nacimiento aquí en la tierra.
A LALUZ DE CRISTO AMIGO
COMISION APOSTOLICA MISIONAL CRISTIANA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario