Diríase que trabajar en prensa es trabajar con la palabra.
La fuerza de la palabra es tal que lo que uno sabe del otro o de aquella realidad es lo que se ha comunicado con determinado grado de objetividad o veracidad. Así que, el arte de escribir y transmitir la comunicación de la noticia, la opinión, los hechos o lo dicho deben por tanto reflejar lo que objetivamente es en realidad. De lo contrario si esta no comunica la verdad o no representa la objetividad, todo lo que se relacione con ella, nace o tiene su origen en la falsedad o la debilidad de la falta de veracidad.
Entonces la verdad puede ser deformada, maquillada o distorsionada.
No nos preocupa lo que se diga de ella; sino aquello que es verdad. Por que como sentencia un viejo refrán "LA VERDAD TIENE RAZON DE SER Y SE SOSTIENE EN EL TIEMPO, LA MENTIRA NO TIENE RAZON DE SER Y CON EL TIEMPO DESAPARECE".
Toda verdad se somete a la terrible prueba de fuego que da el tiempo, el que o da estabilidad y fuerza a la palabra, o el que se encarga de quemarlo como periódico de ayer, convirtiendo en cenizas todo lo que no corresponde a su razón de ser.
En el ejercicio de prensa por lo menos todo aquello que nazca fuera de la realidad objetiva, o de las distorsiones de la verdad, tiene el sello- parafraseando a García Márquez-, de una crónica de una muerte anunciada.
Muerte anunciada tambien será en tanto si no es veraz no objetiva, como que en tanto no sea libre.
El ASPA al promover un tribunal de honor tendrá que sentar las base sólidas en dos principios fundamentales: EN LA LIBERTAD DE PRENSA entendiéndose que aquella libertad descanza sobre la verdad y la objetividad.
No puede haber mayor prohibición que aquello que franquea la Ley, y que debe ser Juzgada sin violar el ámbito de su aplicación: el poder judicial en el fuero penal, cuando se trate de DIFAMACION, CALUMNIA O INJURIA GRAVE, con el consiguiente resarcimiento de la reparación civil por el daño causado. Y es que solo habrá un Juzgamiento objetivo para la difamación, calumnia o injuria grave si es que ésta es determinada sólo por el Juez Penal, tras la actuación meticulosa de las pruebas aportadas.
Fuera de éstos casos el Tribunal de Honor deberá plasmar las normas propias del CÓDIGO DE ÉTICA, aquellas que deben observase a efectos de tener una prensa de calidad, digna de respetarse en el ámbito de la Provincia de Ascope, a fin que se la mire con tal despectivismo como hasta ahora se ha brindado.
Efectivamente, gruesos errores se han cometido en el seno de su ejercicio; pero pronto es debido reconocer que la prensa ha emergido aqui, localmente, por lo menos, de modo empírico atendiendo una justificada necesidad de informarse de lo que ocurren en la localidad; como por vocación decubrir hasta accidentalmente que dicha labor corresponde a su verdadera vocación.
Vale decir; la Asociación de Prensa de la Provincia de Ascope, le espera arduo trabajo sobre la elaboración de un CÓDIGO DE ÉTICA, que garantice un sano y desarrollado equilibrio de las relaciones interpersonales, atendiendo sus normales diferencias y discrepancias. Ello hasta el casi imposible reto de hacer que las normas del Código sean de estricto cumplimiento entre sus miembros, más aún si ésta participación de los mismos es absolutamente voluntaria.
Frente a esta situación sería recomendable la abierta competencia. Por ello el ASPA que nace de un afán de formación y educación para sus miembros, debe promover la creación del IPA, el Instituto de la Prensa de Ascope, destinado a brindar cursos de formación técnico profesional del ejercicio de la prensa local. A fin de promover más ciudadanos, especialmente entre los jóvenes para tener una mayor gamma de competencias de personal al interior de la prensa local, de tal forma que su estabilidad en un medio se deba a su calidad profesional más que a una necesidad.
Así el Aspa tendrá su objetivo a largo plazo para cambiar radicalmente lo que la misma prensa hasta hoy ha demostrado. Entendiendo que, si es que sobrevive hasta hoy, sobrevive mínimamente atendiendo a la auténtica necesidad del derecho de informar y de ser informado, pero no se reconocerá a ningún hombre de prensa por que pasará por el anónimato en que se entierran a los que viven de mentiras, distorsiones de la verdad, o falsificando las verdades o falsedades.
Así es que el ASPA será una crónica de muerte anunciada, si es que no hace suyos aquellos objetivos de largo plazo, si no garantiza la libertad de prensa, y si no regula que ésta libertad, navegue sobre las firmes aguas de la verdad y la objetividad.
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