Escribe: ALFREDO PALACIOS DONGO DIARIO EXPRESO 17 DE ENERO DEL 2009
La revista británica The Economist en su edición del pasado día 5 publicó un artículo en el que según analistas británicos lo más difícil para el Perú todavía está por llegar, pues si bien la economía creció en los últimos años, los problemas sociales siguen siendo los mismos en un país donde la profunda división social y regional está contribuyendo al incremento de tensiones políticas. Inclusive consideran que el mantener la estabilidad del país es el mayor desafío del presidente peruano.
Dicho enfoque se corrobora con los reportes de la Defensoría del Pueblo. Los conflictos sociales en nuestro país no solo se incrementan anualmente sino que además persisten sin resolver problemas muy antiguos. De acuerdo a su último informe, solo en el período de un año –diciembre 2007 a diciembre 2008– éstos aumentaron de 78 hasta 197 respectivamente, de los cuales 134 están activos y 63 en estado latentes.
El mayor porcentaje de tensiones sociales se generan principalmente por asuntos socioambientales. En la mayoría de localidades con este tipo de conflictos, principalmente en zonas rurales, existen niveles de pobreza que presentan carencia de alguno de los servicios básicos, altos porcentajes de analfabetismo en mujeres, mortalidad infantil o desnutrición crónica en niños. Otros motivos comunes de conflictos corresponden al desempeño de alcaldes provinciales o distritales, por disputas entre comunidades así como conflictos entre departamentos o demandas gremiales, entre otros.
Además del gran desafío que tiene para este año el ministro del Ambiente, Antonio Brack, de resolver alrededor de 50 conflictos socioambientales, existen otros conflictos activos y latentes muy preocupantes. Así, desde setiembre pasado se encuentra paralizada la construcción del gasoducto Chiquintirca-costa central por bloqueo de comuneros de Huamanga debido a problemas de derecho de servidumbre. También se acaba de iniciar un paro nacional agrario para evitar la privatización de la gestión de los recursos hídricos, conflicto que podría ocasionar un gran desabastecimiento de alimentos. Asimismo, según la Federación de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Siderúrgicos, el próximo mes iniciarían una huelga nacional por despidos masivos de sus trabajadores, que solo desde diciembre pasado a la fecha han sumado más de 5,500.
En este contexto, si bien el crecimiento económico sostenido en el país, además de representar una plataforma de despegue, es el mejor instrumento para crear oportunidades, elevar los niveles de salud, educación y seguridad, crear empleos estables y disminuir los niveles de pobreza, sin embargo éste per se, ni el cultivo de una imagen internacional de éxito basada en la solidez de indicadores macroeconómicos, son mecanismos de mayor igualdad y equidad, y cuando la riqueza está mal distribuida, la brecha económica se torna incontrolable e inmanejable entre los que más y menos tienen, promoviendo la frustración y la generación de conflictos sociales, que inexorablemente espantan la inversión extranjera, indispensable para el crecimiento.
Este escenario de crecimiento, desigualdad y conflicto social tiene sus raíces en la ineficacia del Estado para impulsar profundas reformas sociales que posibiliten la reactivación de las regiones rurales pobres y atrasadas con el fin de integrarlas al mundo globalizado.
La revista británica The Economist en su edición del pasado día 5 publicó un artículo en el que según analistas británicos lo más difícil para el Perú todavía está por llegar, pues si bien la economía creció en los últimos años, los problemas sociales siguen siendo los mismos en un país donde la profunda división social y regional está contribuyendo al incremento de tensiones políticas. Inclusive consideran que el mantener la estabilidad del país es el mayor desafío del presidente peruano.
Dicho enfoque se corrobora con los reportes de la Defensoría del Pueblo. Los conflictos sociales en nuestro país no solo se incrementan anualmente sino que además persisten sin resolver problemas muy antiguos. De acuerdo a su último informe, solo en el período de un año –diciembre 2007 a diciembre 2008– éstos aumentaron de 78 hasta 197 respectivamente, de los cuales 134 están activos y 63 en estado latentes.
El mayor porcentaje de tensiones sociales se generan principalmente por asuntos socioambientales. En la mayoría de localidades con este tipo de conflictos, principalmente en zonas rurales, existen niveles de pobreza que presentan carencia de alguno de los servicios básicos, altos porcentajes de analfabetismo en mujeres, mortalidad infantil o desnutrición crónica en niños. Otros motivos comunes de conflictos corresponden al desempeño de alcaldes provinciales o distritales, por disputas entre comunidades así como conflictos entre departamentos o demandas gremiales, entre otros.
Además del gran desafío que tiene para este año el ministro del Ambiente, Antonio Brack, de resolver alrededor de 50 conflictos socioambientales, existen otros conflictos activos y latentes muy preocupantes. Así, desde setiembre pasado se encuentra paralizada la construcción del gasoducto Chiquintirca-costa central por bloqueo de comuneros de Huamanga debido a problemas de derecho de servidumbre. También se acaba de iniciar un paro nacional agrario para evitar la privatización de la gestión de los recursos hídricos, conflicto que podría ocasionar un gran desabastecimiento de alimentos. Asimismo, según la Federación de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Siderúrgicos, el próximo mes iniciarían una huelga nacional por despidos masivos de sus trabajadores, que solo desde diciembre pasado a la fecha han sumado más de 5,500.
En este contexto, si bien el crecimiento económico sostenido en el país, además de representar una plataforma de despegue, es el mejor instrumento para crear oportunidades, elevar los niveles de salud, educación y seguridad, crear empleos estables y disminuir los niveles de pobreza, sin embargo éste per se, ni el cultivo de una imagen internacional de éxito basada en la solidez de indicadores macroeconómicos, son mecanismos de mayor igualdad y equidad, y cuando la riqueza está mal distribuida, la brecha económica se torna incontrolable e inmanejable entre los que más y menos tienen, promoviendo la frustración y la generación de conflictos sociales, que inexorablemente espantan la inversión extranjera, indispensable para el crecimiento.
Este escenario de crecimiento, desigualdad y conflicto social tiene sus raíces en la ineficacia del Estado para impulsar profundas reformas sociales que posibiliten la reactivación de las regiones rurales pobres y atrasadas con el fin de integrarlas al mundo globalizado.
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