Juan Pablo II en la encíclica Laborem Exercens dice del trabajador que es la Causa Eficiente del proceso productivo, el hombre trabajador es su auténtico protagonista, en razón de su dignidad de persona puesta al servicio productivo; mientras que los factores inanimados, la maquinaria y la tecnología son medios en las manos del hombre, a modo de causas instrumentales para llegar a un fin.
La causa eficiente del desarrollo integral de los pueblos es el trabajo libre y responsable de los hombres, como lo es del proceso productivo, por que del ingenio y del esfuerzo del trabajador -consecuencia de la virtud de la laboriosidad-, mediante la división de oficios y profesiones para profundizar en las variadas actividades humanas, se sigue necesariamente el progreso.
Si se entiende que el progreso no depende de la acumulación de dinero o de poder social concentrado en pocas manos o en manos del Estado, por que todo recorte de la libertad social es un atropello a la dignidad de las personas, que el Estado no puede permitir a otros ni cometer él mismo, ya que el fin no justifica los medios; nos esforzaremos por hacer todos un mundo más justo.
El abuso de poder económico o político significa para el hombre que trabaja un torpe obstáculo que impide el progreso y crea injustas estructuras-innecesarias o perjudiciales-, que le hace sufrir en los más íntimo de su espíritu , al advertir esta insolidaridad humana, trocando el gozo de trabajar por el resentimiento social.
"El hombre debe luchar en el mundo del trabajo, contra la miseria, los abusos y las injusticias, entendiendo que no es una lucha contra los demás, no es una lucha de clases, sino un esfuerzo contra el propio egoísmo y la comodidad individual, para dedicarse, unidos todos en espíritu de paz, de colaboración y de servicio solidario- con el aporte cristiano de la caridad- en una lucha por la justicia social en favor del bien justo" (Juan Pablo II, Laborem exercens, n 20)
El desarrollo y el progreso no se miden solo por indicadores económicos, sino por el grado de promoción del bien común integral, tanto espiritual como material, que el hombre haya logrado con su trabajo digno y fraterno.
No hay desarrollo ni progreso integral en sociedades materialmente opulentas, donde los valores morales son despreciados o los delitos legalizados , o los legalismos que atropellan la justicia misma; por que esta realidad no constituye el bien común sino por el contrario un mal común, y conduce a la decadencia de los puebos, tambien en el orden del desarrollo y del progreso simplemente material, con el transcurso del tiempo.
Se requeire de orden laboral. Se requiere entender que la lucha por los derechos laborales constituye una lucha frontal a favor de la DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA: EL TRABAJADOR. Y no una lucha de clases contra el EMPRESARIADO, como si éste fuera un enemigo del trabajador, nada más lejano y absurdo de la realidad. La protesta y el reclamo no es otra cosa que un medio por el que se intenta llegar al dialogo por la defensa de los derechos colectivos, cuando por razón de la justicia de ha de reclamar.
Callar en medio de temores a costa de sacrificar lo que por justicia corresponde no es otra cosa que traicionar la propia dignidad humana que esta hecha para la justicia misma. Es la naturaleza del hombre que nadie puede alegremente maltratar. Es la dignidad humana lo que no nos deja callar. El hombre convencido de su dignidad de hijo de Dios ha de protestar enérgicamente cuando ve que la justicia laboral es pisoteada arteramente por ejercicio del poder económico.
Si por cobardía acallamos las voces no hacemos otra cosa que contribuir al injusto, no hacemos otra cosa que no estar a la altura de nuestra dignidad de hijos de Dios.
Por su parte el empresario debe cumplir su responsabilidad social aportando su buen ejemplo, con el ejercicio de virtudes humanas, laborales y sociales, y sus posibilidades tecnológicas, organizativas, económicas y financieras, para hacer realidad la vida de la empresa.
El empresario debe tener, en la realización de la Empresa, una actitud de lealtad y de respeto con la sociedad y el Estado, con la empresa misma, y con todos y cada uno de los trabajadores.
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